viernes, mayo 31, 2013

Tic Crack

Tengo una tristeza de hoja de otoño.
Pero no de esa hoja que termina pegajosamente embadurnada en el papel canson de Francisquito (el de la salita de 4 del Jardincito Mermelada); no, ese tipo de  hoja, no se merece mi tristeza.
Tampoco de la hoja que lisa y llanamente, la manosea el suelo.
En ese tipo de hoja, no sobrecae mi pesadumbre...
Podría ser la tristeza de una hoja que, por acción del viento, se pega en la mierda de un caballo civilizado. Pero no, sería una magnífica proyección, sin embargo, no destina así mi desapliego.
La tristeza que siento es la de una hoja que cae no sobre la tierra, sino sobre el escupitajo de Mario.
Es la tristeza de esa hoja que es arrastrada por la escobilla de alambre de La Carmen.
Es de ese tipo de hoja que termina incinerada en el baldío del Maxi;  junto a pañales, desodorantes de ambientes, latas de picadillos y revistas pornográficas.
Es ese tipo de tristeza seca,
de hoja olvidada,
de hoja agusanada.
Tengo una tristeza de hoja de otoño...
Ese tipo de hoja que,
sin darse cuenta,
de repente y sin previo aviso:
pudre
al
tiempo.
Ese tipo de hoja que,
desestima
toda
ocredad.