Post/Mortem

Si no fuera porque la tensión arterial se ha desmoronado,
o si no tuviera la frente plegada, los ojos hundidos, los pelos con polvillo blanquecino.
Si tan sólo las sienes y los pómulos no estuvieran abollados.
¡Si las orejas no se hubieran retraído!
¡Si el mentón no se hubiese arrugado!
La piel no sería reseca, lívida ni plomiza.
La sangre no galoparía hacia las zonas corporales más bajas.
Los labios no serían pendientes.
Los labios no serían colgajos.