El flaco Abel fue hiperkinético hasta los 5 ó 6 años.
Sus padres prefirieron el tratamiento con medicación antes que el de actividad física.
Si dejamos de lado la pérdida del brillo característico en sus ojos, el resultado fue más que positivo.
Pudo cursar con normalidad la primaria y reemplazó el fanatismo desenfrenado hacia el fútbol por la música. La práctica del violín pasó a ser su leitmotiv.
La adolescencia no sólo lo esperó con con un par de anteojos (para la miopía) sino que lo despojó por completo del último rastro de la "cara de bandido" que tenía.
Un tipo así, obviamente, era "el candidato" ideal para las mujeres indecorosas. Y así fue, Romy Bermúdez estaba cursando su sexto mes de embarazo cuando lo sedujo. Se casaron imprevistamente y al año de haber parido, como la ley manda, alojó la simiente de Abel en su vientre.
Recuerdo que desestimó la posibilidad de dirigir la Filarmónica Nacional aduciendo que Romina necesitaba despejarse de las tareas del hogar. Abel le pagó un viaje a Caracas y Romina (ni lerda ni perezosa) le dejó los chicos por unos días... (días que se transformaron en 8 años y 3 meses).
Romina retornó al país ante la urgencia de firmar unos papeles porque Abel agonizaba.
El flaco murió el pasado jueves. La embestida que le dio una moto que cruzó el semáforo en rojo lo obligó a pelearle a la vida por más de una semana.
Bermúdez no se quedó al entierro. Quemó el violín y las partituras que guardaba celosamente Abel y se llevó los chicos a Venezuela.
Abel está ahora 3 metros bajo tierra acompañado por el emotivo concierto en re-menor que el flaco creó para 2 cellos y que Romy nunca encontró porque estaba escondido detrás de la mochila del inodoro.
...in my eyes.
martes, julio 19, 2011
Shine...
Publicado por LA GORDA en 9:49