Lo noté perdido, inmerso en un mundo no-real.
De repente y como si lo hubieran enchufado: frunció el ceño, cerró los puños y comenzó a darle trompadas al viento.
Estaba completamente descarrilado.
Comencé a temblar, mi corazón era una locomotora...
Introdujo su mano en el bolsillo y sacó palabrotas, millones de guarangadas verbales, irreproducibles, insultos chabacanos.
Respiró hondo y vomitó: "Normita pretendía divorciarse, por ende se quedaría con la mitad de las propiedades que su cónyuge Miguelito había recibido como testaferro del Arquitecto De la Fuente..."
¡Sáquenla del medio! y... ¡Montemos el circo!". (Gritó)
Apenas pude parpadear...
Noté, que "El hombre de agua" estaba agitado.
Entonces...quitó, vehemente, los mechones húmedos de su rostro y me confesó: (en secreto) "El por qué de la muerte de María Iribarne".
Y... se fue saltando como un conejo.