miércoles, julio 27, 2011

Ines tabilidad

Mirá Inés:
No vamos a andar con hipocresías:
Yo no tengo la menor idea de lo que es el amor, ni me interesa saberlo...por mí, ese obtuso se puede ir a la concha de su madre.
Pero...¡sí distingo entre un alud y una bola de nieve!
No sé si te sirve.
Cualquier cosa, avisame.
Inestablemente, Andrés.

jueves, julio 21, 2011

Little man

Hay una bestia de mil trescientas piernas,
una sombra del 2 de Abril en el medio de la tierra.
Hay una sola mirada hacia atrás, para tomar impulso.
Hay un hombrecito que, colorea con danza el campo de batalla.
Es amo del viento y señor del destino.
Hay una bala de cañón que chapotea sobre el césped.
Hay niños sin hambre y ya nadie teme al frío.
Hay un cielo celeste mar y rojo sangre.
Hay ballenas encalladas y combustible en el pecho.
Hay fuego en los huesos y parapetos en el olvido.
Hay una gambeta larga y un cuerpo (el de la bestia)
que contiene al último bombardeo.

¡Ay!, un estallido y...vierten los lagrimales a borbotones.
¡Ay!, ¡qué desfachatez...detiene la vida 11 segundos!
¡Ay!, un hombrecito...coquetea con nuestros sueños.

(A Diego Armando Maradona -Segundo gol a los Ingleses-)

martes, julio 19, 2011

Shine...

El flaco Abel fue hiperkinético hasta los 5 ó 6 años.
Sus padres prefirieron el tratamiento con medicación antes que el de actividad física.
Si dejamos de lado la pérdida del brillo característico en sus ojos, el resultado fue más que positivo.
Pudo cursar con normalidad la primaria y reemplazó el fanatismo desenfrenado hacia el fútbol por la música. La práctica del violín pasó a ser su leitmotiv.
La adolescencia no sólo lo esperó con con un par de anteojos (para la miopía) sino que lo despojó por completo del último rastro de la "cara de bandido" que tenía.
Un tipo así, obviamente, era "el candidato" ideal para las mujeres indecorosas. Y así fue, Romy Bermúdez estaba cursando su sexto mes de embarazo cuando lo sedujo. Se casaron imprevistamente y al año de haber parido, como la ley manda, alojó la simiente de Abel en su vientre.
Recuerdo que desestimó la posibilidad de dirigir la Filarmónica Nacional aduciendo que Romina necesitaba despejarse de las tareas del hogar. Abel le pagó un viaje a Caracas y Romina (ni lerda ni perezosa) le dejó los chicos por unos días... (días que se transformaron en 8 años y 3 meses).
Romina retornó al país ante la urgencia de firmar unos papeles porque Abel agonizaba.
El flaco murió el pasado jueves. La embestida que le dio una moto que cruzó el semáforo en rojo lo obligó a pelearle a la vida por más de una semana.
Bermúdez no se quedó al entierro. Quemó el violín y las partituras que guardaba celosamente Abel y se llevó los chicos a Venezuela.
Abel está ahora 3 metros bajo tierra acompañado por el emotivo concierto en re-menor que el flaco creó para 2 cellos y que Romy nunca encontró porque estaba escondido detrás de la mochila del inodoro.

...in my eyes.

jueves, julio 07, 2011

Como un pájaro contra el vidrio

Ni bien entré a mi casa, percibí dos cosas: un olor repugnante y toc tocs.
Revisé la suela de las zapatillas pero no había pisado mierda. Abrí la puertita que aloja al tacho de residuos pero tampoco provenía de allí la hediondez.
Fue inútil explorar la heladera, el canasto de papas y cebollas y los resumideros.
Opté por focalizar mi búsqueda en el sonido, semejante al golpeteo de un pájaro contra el vidrio. Pero las arcadas me obligaron a retorcerme sobre la cama.
Allí, mientras los espasmos me atormentaban y mientras mi cuerpo tomaba cada vez más temperatura; observé que en el techo de la habitación había una puerta.
¿Qué demonios hacía una puerta en el techo de mi habitación?
¿Acaso la fiebre me estaba jugando una mala pasada?
Para desentrañar el misterio tuve que brincar, incontables veces, sobre el colchón.
La puerta tenía una llave, pero no picaporte. Y se abría empujando hacia arriba.
Giré la llave, y el sonido cesó.
Impulsé la puerta con fuerza y vertiginosamente me introduje en el interior de esa extraña habitación.
La fetidez quemó mis ojos y la confusión se apoderó de todo mi ser.
Imposible comprender y mucho menos explicar con palabras lo acontecido.
Cadáveres, cadáveres, cadáveres, cadáveres de mí.
Todo el piso o el techo atiborrado de muertes.
Cada una con mi rostro.
Horrorizado, intenté huir de allí. ¡Pero la puerta no tenía picaporte!
A pesar de que mis manos sangraban, continué golpeando, como un pájaro contra el vidrio.

domingo, julio 03, 2011

Armando Alemani

-¡...ya vas a ver cómo aprendés, Alemani tiene mucha experiencia...!
Así fue como el Jefe de la Empresa "Mirizzi" me "sugirió" que viajase acompañado al interior de la provincia.
Me costó asimilarlo, porque me había hecho la idea de comenzar vendiendo las herramientas en la ciudad (para reducir gastos) e ir fogueándome a medida que las circunstancias así lo requieran, pero pagué caro el defecto de adelantarme a los acontecimientos.
-Andá a casa a las seis. Hay que salir temprano (me dijo, duramente, Alemani).
Habrá tenido unos cincuenta y pico de años, con ojos lo bastante juntos como para bizcarse y con los dientes centrales apenas separados. Era de esos pelados con una capa de pelos a la altura de los temporales y de orejas grandes y peludas.
Besó a una mujer de piernas largas, al bebé que llevaba en el vientre y les dijo algo de unos impuestos, del enchufe del refrigerador y de sacar la basura afuera.
El viaje se tornó interminable. Habíamos recorrido escasos 20 km cuando se detuvo para limpiar las bujías y para desarmar y darle más luz al platino.
Ni bien retomamos la marcha, Alemani notó que uno de los parlantes del estéreo no funcionaba.
-Ya que vamos a hacer las cosas, las vamos a hacer bien (comentó mientras volvía a detener el auto sobre la banquina).
El viejo desarmó todo el panel de la puerta, conectó los cablecitos pero no pudo hacerlo andar y terminó dándole un patadón al parlante y arrojando el panel al costado de la carretera.
La puerta chilló todo el viaje por la falta de tornillos. Por suerte, llegamos a Gral. Meroni antes de que mis manos se envuelvan, como bufanda, en su cuello.
Frenamos en la estación de servicio y Alemani me dijo:
- No vayas a abrir la boca pendejo.
Al principio no entendí su comentario pero al verlo abrazar a una mujer con 2 críos, comprendí.
Sacó del baúl un juego de dardos y los rostros de los niños se iluminaron. Comenzaron a brincar como canguros. Mientras tanto, Alemani les decía:
-¡Esto es porque les está yendo bien en la escuela! ¡No me le aflojen, sino se los quito!
Los ojos color miel de la mujer, se enturbiaron.
-¡No me haga pucheros viejita! ¡Algún día, dejaré este tema de los viajes!
Almorzamos unos ñoquis caseritos, visitamos varios clientes y seguimos viaje.
No inicié conversación alguna, ni siquiera cuando Armando decidió desarmar la cubierta delantera derecha para cambiarla por la trasera izquierda (porque según él, tiraba un poco la dirección).
Al llegar a San Fernando de Antúñez, Alemani me dijo:
-¿Por qué no te vas a dar una vuelta por ahí? Tengo unas diligencias que hacer…
Me pasé toda la tarde sentado en la plaza.
Cuando Armando pasó a buscarme, olía a Amarige y traía un pullover escote en "v" nuevo.
-Vamos a volver, estoy cansado y con lo que hemos hecho alcanza para los dos…
y agregó:
-Pero vamos a volver por Alcancía, es más largo pero...

Me quedé pensando y recordé que en el trabajo me habían comentado que de chico, Armando, había desarmado una fonola porque:”… quería liberar la gente que estaba dentro…”.
Además me dijeron que en la oficina, bajo el vidrio de su escritorio: no tenía fotos familiares. En su lugar, Alemani había "armado" un rompecabezas pero forzando las piezas para que cupieran en lugares no correspondidos.