domingo, julio 03, 2011

Armando Alemani

-¡...ya vas a ver cómo aprendés, Alemani tiene mucha experiencia...!
Así fue como el Jefe de la Empresa "Mirizzi" me "sugirió" que viajase acompañado al interior de la provincia.
Me costó asimilarlo, porque me había hecho la idea de comenzar vendiendo las herramientas en la ciudad (para reducir gastos) e ir fogueándome a medida que las circunstancias así lo requieran, pero pagué caro el defecto de adelantarme a los acontecimientos.
-Andá a casa a las seis. Hay que salir temprano (me dijo, duramente, Alemani).
Habrá tenido unos cincuenta y pico de años, con ojos lo bastante juntos como para bizcarse y con los dientes centrales apenas separados. Era de esos pelados con una capa de pelos a la altura de los temporales y de orejas grandes y peludas.
Besó a una mujer de piernas largas, al bebé que llevaba en el vientre y les dijo algo de unos impuestos, del enchufe del refrigerador y de sacar la basura afuera.
El viaje se tornó interminable. Habíamos recorrido escasos 20 km cuando se detuvo para limpiar las bujías y para desarmar y darle más luz al platino.
Ni bien retomamos la marcha, Alemani notó que uno de los parlantes del estéreo no funcionaba.
-Ya que vamos a hacer las cosas, las vamos a hacer bien (comentó mientras volvía a detener el auto sobre la banquina).
El viejo desarmó todo el panel de la puerta, conectó los cablecitos pero no pudo hacerlo andar y terminó dándole un patadón al parlante y arrojando el panel al costado de la carretera.
La puerta chilló todo el viaje por la falta de tornillos. Por suerte, llegamos a Gral. Meroni antes de que mis manos se envuelvan, como bufanda, en su cuello.
Frenamos en la estación de servicio y Alemani me dijo:
- No vayas a abrir la boca pendejo.
Al principio no entendí su comentario pero al verlo abrazar a una mujer con 2 críos, comprendí.
Sacó del baúl un juego de dardos y los rostros de los niños se iluminaron. Comenzaron a brincar como canguros. Mientras tanto, Alemani les decía:
-¡Esto es porque les está yendo bien en la escuela! ¡No me le aflojen, sino se los quito!
Los ojos color miel de la mujer, se enturbiaron.
-¡No me haga pucheros viejita! ¡Algún día, dejaré este tema de los viajes!
Almorzamos unos ñoquis caseritos, visitamos varios clientes y seguimos viaje.
No inicié conversación alguna, ni siquiera cuando Armando decidió desarmar la cubierta delantera derecha para cambiarla por la trasera izquierda (porque según él, tiraba un poco la dirección).
Al llegar a San Fernando de Antúñez, Alemani me dijo:
-¿Por qué no te vas a dar una vuelta por ahí? Tengo unas diligencias que hacer…
Me pasé toda la tarde sentado en la plaza.
Cuando Armando pasó a buscarme, olía a Amarige y traía un pullover escote en "v" nuevo.
-Vamos a volver, estoy cansado y con lo que hemos hecho alcanza para los dos…
y agregó:
-Pero vamos a volver por Alcancía, es más largo pero...

Me quedé pensando y recordé que en el trabajo me habían comentado que de chico, Armando, había desarmado una fonola porque:”… quería liberar la gente que estaba dentro…”.
Además me dijeron que en la oficina, bajo el vidrio de su escritorio: no tenía fotos familiares. En su lugar, Alemani había "armado" un rompecabezas pero forzando las piezas para que cupieran en lugares no correspondidos.