jueves, septiembre 20, 2012

El enfermo

Siempre, el primer vaso de vino que tomo es puro. De esta manera queda espacio en la caja para poder echarle una lata de gaseosa y así sacarle ese sabor a alcohol medicinal.
Estoy sentado sobre la pirca, en la parte del Tajamar que, por algún motivo inexplicable, le faltan algunas rocas. Tengo mis piernas colgando y a esta hora, se puede observar a la luna acunarse sobre el rostro de la laguna.
¡Zás! ¡Me parece que ese que está allá en frente es Gustavo Farías! ¡Siempre tiene una historia mejor que la de uno! Si vos te estás por comprar una bici, él, como es el mejor amigo del dueño de la fábrica más importante del país, ¡te saca la de telurio a dos mangos!.
Voy a hacer de cuenta que no lo vi, porque si llega a dar la vuelta...
(de repente siento que alguien me toma de los hombros y...amaga tirarme al agua)
-¡Te cagaste todo Rolando!
- Muy gracioso Gustavo, debiste dedicarte al humor, la sociedad se está perdiendo una usina de risotadas (acoto mientras intento tapar con mi cuerpo la caja de vino)
- ¿Qué andas haciendo a esta hora acá?
- Y...estaba tranquilo...
- ¡Vos sabes que...mucha gente quiere tranquilizarse sumergiéndose en la bañera pero yo no entiendo cómo es que se bañan en toda su mugre! porque...¿están limpios antes de meterse?
- Si, es cierto Gustavo. Yo tampoco lo entiendo.
- A vos que te gusta volar, te hago una pregunta: ¿Por qué los aviones (cuando fallan) no tienen millones de paracaídas que salgan de las alas, del cuerpo, de la trompa y de la cola para amortiguar la caída?
- No tengo la menor idea, supongo que todavía a nadie se le ha ocurrido...(en ese momento agarro a Gustavo por el cuello y lo arrojo a la charca. Al golpear su cabeza, secamente, contra la superficie de la luna, la escarlató.)
Tomo un buen trago de vino y veo que en realidad, Gustavo nunca dio la vuelta. Gustavo cruzó como yéndose hacia el parque infantil, Gustavo nunca me tomó de los hombros y nunca le vomitó sangre a la luna.
¡Además, Gustavo, jamás hubiera hecho semejantes comentarios!
De repente, todo se diluyó, la pirca, Rolando, el vino, el Tajamar,  la luna,  y... la verdad es que,  Rodrigo está en su casa.
Y... recostado sobre una verdadera cama, frente a un auténtico ordenador: observa que, alguien, le saca (enfermizamente) mentiras a sus dedos.


























1 comentario:

erb dijo...

nadie nadie tiene ganas de encontrarse con Gustavo Farias... menos en los los sueños