viernes, septiembre 20, 2013

Plastic deer

Ahí estaba ese globo inflamado,
ajando mis patas.
Deslucidas, pero lamentablemente: firmes.
No tener fortuna es también no tener desgracia.
Y un millón de culos encima mío,
reconocibles por su singular hedor.
Y períodos rebosantes,
y pañales henchidos,
y vómitos chocolatosos,
y mariposas mierdívoras,
y  pies encima mío,
y las uñas negras de esos pies, rozándome.
Y chicles
y mocos
moldeados, con cariño, para mí.

Un esclavo,
de cerebros ajenos.