La ley universal: “Se prohíbe hablar”, fue demasiado
absurda.
Por suerte, se modificó por otra que lo permitía (siempre y cuando se compraran las palabras).
Obvio que se instalaron micrófonos para detectar desobedientes. Pero más allá de ese detalle, la idea funcionó; porque la humanidad pasó de adquirir insultos o vocablos combativos a consumir no sólo palabras cordiales sino, las necesarias.
Obvio que se instalaron micrófonos para detectar desobedientes. Pero más allá de ese detalle, la idea funcionó; porque la humanidad pasó de adquirir insultos o vocablos combativos a consumir no sólo palabras cordiales sino, las necesarias.
Todos pudimos interrelacionarnos sin problemas a
través de una comunicación tremendamente reflexiva, simple y comprensible, en la que
primaron los términos sentidos, los gestos y los silencios.
Fue un mundo de
miradas, fue un mundo enamorado.
1 comentario:
Una muy buena idea la tuya, dado que las palabras están resultando muy caras. Opto por tu simpleza.UN AFECTUOSO SALUDO.
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