Obertura

Había 9 ventanas.
Todas (menos una), mostraban el mismo paisaje: cerros plegados al horizonte (con sus picos nevados), un pinar dispuesto como un frente de batallón y por delante, un valle. Que solamente se divisaba luego de recorrer la mirada por entre unas lomadas y una solemne cascada.
Obviamente, crucé el umbral de la novena ventana (la que no tenía el mismo paisaje). Esa abertura sólo mostraba una silla, una silla típica de caño con un asiento de goma espuma gastado por el uso.
Me senté, crucé mis piernas y prendí un cigarrillo.
Enfrente había otras 9 ventanas, ocho mostraban el mismo paisaje: cerros "pegados" al horizonte...
Obviamente fijé mi mirada en la novena ventana: la silla (ahora) yacía en el piso, había goma espuma esparcida por todos lados y por entre las lomadas, esquivando la cascada, la bastedad de pinos y el humo del cigarrillo: un par de piernas colgando.


Manual del suicida, prólogo del autor (R.).