lunes, enero 24, 2011

Fishman

Unos golpes secos en la puerta principal provocaron que me despertase, sobresaltado, a las 4 de la mañana.
Observé por la mirilla (conteniendo la respiración) pero no pude desenmascarar al autor.
Decidí retornar a la cama y... en ese instante...¡sonaron otra vez los golpeteos!
Preso de la irreflexión, abrí la puerta desbocadamente.
Para mi sorpresa, yacía en el suelo (de costado y boqueando): un pescado.
Al principio creí que había sido obra de mi vecina. Ella está inmiscuida en asuntos esoteriles y por lo tanto, me pudo haber hecho un "trabajo" (cosa probable ya que una vez no sólo le secuestré su gato -odio los gatos- sino que, previo haberlo mareado por la ciudad, lo tiré -envuelto en una alfombra- al dique).
Todas mis elucubraciones cayeron por la borda porque... "el vertebrado" abrió su bocota y dijo:
¡Dejame pasar al baño que me me cago!
Sin esperar respuesta alguna y saltando como un resorte, se mandó a mi cuarto de servicio.
No pude evitar fisgonear para ratificar semejante irracionalidad: el tipo le pegó un aletazo a la tapa del inodoro, se bajó las escamas y antes de sentarse vociferó:
¡Vas a cerrar la puerta o te querés toquetear, cochino!
Me hizo sentir incómodo, le alcancé una "Pelo" para demostrarle mi hospitalidad y lo dejé sólo.
Se me ocurrió la idea de darle un garrotazo por la cabeza, mandarle un poco de harina,limoncito y fritarlo. Pero algo me dijo que sólo encendiera la hornalla por si se le ocurría tomar algo calentito.
Ni bien abrió la puerta...una baranda penetrante y desagradable colonizó el ambiente; mis ojos se irritaron y comenzó a picarme la garganta: olía a amoníaco ¡Este bicho está podrido! (comenté introspectivamente).
¡Ni se te ocurra encender un fósforo porque con el nitrógeno que dejé adentro podemos terminar como Nagasaki! (Aclaró el huésped mientras se sobaba el estómago con su aleta pélvica).
y agregó:
Bien, vamos a los bifes. Dame un vinito tinto... ¡Un Merlot me vendría bárbaro, me muero de sed! ¿Sabés flaco?: ¡el blanco me cae pésimo, heridas de guerra titán!
A mí también me pasa lo mismo con la piña colada. (Acoté mientras buscaba el sacacorchos).
"El ovíparo" respiró hondo, se le hizo un burbujón en su vejiga y sin dejarme pronunciar ni una onomatopeya, se desahogó:
Uds. los poetas son los que les cagan la vida a los demás.
Porque en realidad, son unos farsantes: tanto que idealizan e idealizan , la gentuza termina creyendo sus pelotudeces.
A ver: si tienen un mambo con lo imposible, con lo pasional, está bien...pero no es cuestión de que... ¡nos vendan eso del romanticismo! porque los dos sabemos que el amor no tiene...¿como era la palabra esa?
La tiene la puta con su lengua...
¡Vigencia! Eso... ¡No tiene vigencia!

Como no le quedaba aire en sus branquias, se mandó un fondo tinto directamente de la botella y me increpó:
¡Manga de aparatosos!¡Manga de ilusionistas!¡Manga de pescados!
¡Abrime la puerta que me voy a la mierda! ¿Sabés donde hay un buen restaurante por acá cerca? ¡Me muero por comerme un sushi!

Le abrí la puerta y se alejó corcoveando.
Ni bien lo iluminó la luz de la acera, su cuerpo brilló cual caleidoscopio. ¡Hubiese sido rico a la parrilla!(lamenté)
Cerré la puerta, dos vueltas, pasador, quité la llave, apreté el botón de la mochila del inodoro, apagué la hornalla que había dejado encendida y...
una marea de pensamientos, me sumergió.