domingo, febrero 13, 2011

Glorioso Anglo

Ni bien me levanté, tuve que estampar la azucarera contra la pared.
Para variar, mi mujer no la había recargado.
Pero yo sí recargué mi 9mm y le mandé 3 tiros en el marote.
¡Yo me tenía que tomar ese desayuno!, me fui al bar de Rolando (no me vengan
con ese edulcorante que le compró la perra al homeópata).
Cuando estaba mi mente en blanco, apareció el imbécil de Joaquín
¡A pedirme que le pagara lo que le debía!. Le dije que recién había
agarrado un laburo (cosa que no era cierto) y que la semana que viene
arreglaríamos lo nuestro.
El muy estúpido me creyó.
Después de esquivar a una mujer embarazada que andaba pidiendo que la
acompañasen al hospital porque tenía contracciones (yo no estoy para
pelotudeces), pasé por lo de Cecilia ¡Ella sí que siempre tiene azúcar en la azucarera!
Pedimos una pizza, la separó en 8 y mientras la traía hacia la mesa,
tropezó y la muzarella terminó en el suelo.
Tomé el cuchillo (todavía con salsa) y se lo ensarté en la yugular.
¡Si esta mina no servía ni para traer una pizza!
Busqué las aceitunas que se habían esparcido, las puse en su lugar y...
¡Con cuánto placer comí esas porciones!
Encendí la tele y para mi sorpresa:
¡Mi querido Deportivo Anglo estaba goleando!