viernes, febrero 10, 2012

El Tótem

Javier Almada siempre fue un hombre callado. Tanto que cuando tuvo que dar el sí en la iglesia, sólo atinó a mover su cabeza como gesto de aprobación.
Obviamente debía tener alguna virtud o particularidad para que "La Gringa" no le chantase un patadón en el culo y lo mandase de vuelta a las afueras de la ciudad.
Y ese "punto a favor" era el escuchar. Porque "La Gringa" no era más que una serpiente con dos bocas, una usina parlanchinera.
Se llevaron relativamente bien, hasta que "La rubiona" comenzó a juntarse todos los viernes con sus amigas para jugar al Póker en el viejo Club Sportivo San Martín.
Ahí, las "aves de rapiña" (todas separadas o divorciadas o engañadas) le enjuagaron el cerebro con la idea de que: el Señor Almada, en realidad la quería tanto como a un escobillón y que todavía estaba a tiempo de encontrar alguien que le conviniese más que "ese maniquí".
La cosa fue que "La Gringa", se animó a increpar a su marido y le preguntó finalmente, lo que le habían aconsejado sus compatriotas:
-Vos, Javier...esteeee, ¿por qué estás conmigo?
Javier Almada cerró el libro "El árbol de tilo", la miró fijamente a los ojos y le dijo:
"Mabel, estoy con vos porque... me hace muy bien quererte".
El señor Almada bajó la mirada, abrió nuevamente el libro como gesto claro de que la conversación había acabado y agregó:
"Mabel, si Ud. conoce alguien que ame sin esperar retribución o sin esconder algún tipo de interés...hágamelo saber.
¡Así le pido un autógrafo!."

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