viernes, septiembre 28, 2012

Periquete

Casi todos los amaneceres, ella, se sentaba para ver las estrellas. En realidad, fijaba siempre la vista en un solo puntito anaranjado.
Se imaginaba que, en ese puntito en esa remota luz parpadeante, pudiese existir alguien que quizás, pensara constantemente en ella.
Desde ese puntito anaranjado, desde esa remota luz parpadeante, casi todos los anocheceres, él se sentaba para ver las estrellas. En realidad, fijaba siempre la vista en un solo puntito violáceo.
Se imaginaba que, en ese puntito, en esa remota luz parpadeante, pudiese existir alguien que quizás, pensara constantemente en él.
Tanto él como ella, sacaron cálculos y llegaron a la conclusión de que había (en caso que sus presunciones fueran acertadas) solamente, un insustancial escollo entre ambos y que esa  intrascendente distancia de aproximadamente 397 años luz, los separaba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

404 AÑOS LUZ, PARA SER EXACTOS.