viernes, octubre 19, 2012

Manual del suicida: "Los conrazones"

-¡Están en el puente, se van a tirar...! (gritaron las laringes).
Ninguna víscera se quiso perder semejante espectáculo (salvo los hígados, que se quedaron en "El templo de Carlitos"). Las tetas, muy samaritanas, se ubicaron  debajo de la estructura ferrosa con la idea de amortiguar la caída suicida de miles de corazones.
Los upites, como andaban con hemorroides virósica, prefirieron quedarse de pie. Los estómagos, se fagocitaron. Las pinchilas, obviamente, dentro de las conchas y las conchas..., pensaban en los motivos por los cuales, los corazones llegaron a semejante determinación.
Todos o casi todos estaban allí, ¡hasta fueron los órganos trasplantados y los extirpados!
-¡Qué hablen los cerebros! ¡Que digan algo! (gritaron las laringes).
Y... los cerebros hablaron:
-La pregunta no es si la cosa es para siempre. En todo caso, "Las preguntas" son:  una vez que se consiga lo que se quiere, ¿uno se conformaría? y en caso de que así sea o no lo sea:  ¿volvería a intentarlo?
Los corazones finalmente no se arrojaron pero quedaron estupefactos, que fue casi lo mismo.
Y los estómagos, se vomitaron.

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