jueves, septiembre 23, 2010

La Sierpe

Como si me hubiera mudado de cuerpo.

Mis tripas yacen en una caja de queso fresco,

las arvejas y la leche condensada acompañan a mis molares,

envuelto en papel de diario y telgopor, está mi aliento.

Dentro de aquélla caja con cinta marrón no sólo están las naftalinas

y el veneno para lauchas sino que también metí

-en un guante de goma amarillo- mis labios.

¡Ojalá lo recuerde!

Doble nudo con hilo sisal y queda bien guardadito el cosito

ese que va en el pecho.

No creo que desembale ciertas chucherías, no es que no las quiera.

Sucede que -no tiene sentido- ya que pronto... volveré a...

Igual que una serpiente.