Como si me hubiera mudado de cuerpo.
Mis tripas yacen en una caja de queso fresco,
las arvejas y la leche condensada acompañan a mis molares,
envuelto en papel de diario y telgopor, está mi aliento.
Dentro de aquélla caja con cinta marrón no sólo están las naftalinas
y el veneno para lauchas sino que también metí
-en un guante de goma amarillo- mis labios.
¡Ojalá lo recuerde!
Doble nudo con hilo sisal y queda bien guardadito el cosito
ese que va en el pecho.
No creo que desembale ciertas chucherías, no es que no las quiera.
Sucede que -no tiene sentido- ya que pronto... volveré a...
Igual que una serpiente.
jueves, septiembre 23, 2010
La Sierpe
Publicado por
LA GORDA
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16:48