jueves, enero 19, 2012

La Rodaja

Se laminó.
No tengo la menor idea de por qué sucedió eso, puedo especular y sacar conclusiones atropelladas como:
"Puede que la deshumanización o la desnaturalización del mundo hayan tenido algo que ver" o... "Quizás fue envenenado con esos químicos que le dan a los gatos y que los dejan duros como cartones".
Lo cierto fue que se secó, se volvió una lámina de cuero, o sea: se des-organizó.
Y así anduvo...con la maravillosa comodidad de poder pasar por la fila del medio en un colectivo sin rozar los asquerosos cuerpos sudorosos, con la obligación de aferrarse a los semáforos en días ventosos, con la ventaja de (en caso de olvidarse las llaves de su casa) poder pasar tranquilamente por debajo de la puerta o con la indiscreción de meterse por la boca del buzón para leer cartas ajenas.
Así anduvo...con la terrible sensación de saberse solo y con la patética esperanza de que algún día cualquiera, alguien viniera, lo tomara y lo quebrara sucesivamente como quien desgrana esas planchas de telgopor o como quien pisotea una hoja seca.

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