sábado, junio 25, 2011

La almeja

Fue el último día que pasó en esa casa.
Seis cuarenta y cinco sonó el despertador. Siete y cinco: malta con leche descremada y 5 tostadas (tres con manteca, una con manteca y dulce de leche y la otra, sólo con dulce de leche). Luego, Gastón se dio un baño de unos 10 minutos, se afeitó y con la toalla en la cintura entró al dormitorio a buscarse la ropa para irse al Consultorio. Mientras se ponía el calzoncillo, se agarró el bulto con la mano derecha y le dijo a su mujer:
"...esta noche, el calamar, se va a comer tu almejita..."
Esa noche cuando el Lic. Gastón volvió de su trabajo; su esposa Angélica, le preparó milanesas a la napolitana con puré (obviamente con leche, nuez moscada y batido con batidora). Después, Gastón le propinó un beso en el cuello y la arrinconó contra la mesada de la cocina.
¡Vamos a la cama, así te doy el postre! (le susurró Angélica)
Ella se recostó desnuda boca arriba y se quedó observando. Gastón se quitó la camisa rompiendo todos los botones, revoleó los zapatos, se sacó el cinto violentamente y poco a poco se fue quitando el pantalón.
Angélica lo miró, y con voz firme le dijo:
Al menos... me podrías decir quién es ¿no?
¿Qué? (respondió, desconcertado, Gastón)
¿Cómo se llama la perra con la que estuviste? (increpó Angélica)
¡Qué te pasa, loca pirada! ¿De qué me estás hablando? (acotó, agitado, el Lic.)
Gastón...tenés puesto el calzoncillo al revés, esta mañana no se te veía la etiqueta.