miércoles, junio 22, 2011

R. Ochoa

R. Ochoa, nunca tuvo éxito con las mujeres. Ni siquiera tomando el papel de víctima conseguía llamar la atención de las féminas.
Quizás por eso, dedicó todas sus energías a la Telekinesis.
En realidad fui cómplice de semejante paparruchada y, en cierta manera, impulsé a R. Ochoa hasta la locura.
Un día, en sus comienzos como telekinésico, R. Ochoa intentó mover una pluma de paloma que había puesto sobre la mesa de la cocina.
Como estaba cansado (ya había pasado más de una hora sin novedad alguna) decidí (subrepticiamente) emitir un soplido casi insignificante (para darle una mano).
"¡Viste eso! ¡Fijate bien, se ha movido!"(exclamó azorado Ochoa)
"¡Sabía que era cuestión de tiempo!" (agregó orgulloso)
El tiempo fue pasando y R. Ochoa "fue progresando" a punto tal de adjudicarse el movimiento del sol, el de las nubes, el movimiento de los extractores eólicos, el tránsito vehicular, el movimiento de las agujas del reloj, el movimiento de las ondas electromagnéticas, etc.,etc., etc.
Fue en vano intentar explicarle la verdad, él estaba convencido de poder cambiar las cosas de lugar o desplazarlas a su antojo.
"¡Jah, el día que yo quiera, con un simple chasquido, puedo detener el mundo! ¡Me van a tener que pedir de rodillas que lo ponga en movimiento!"
R. Ochoa falleció la semana pasada. En el velorio comentaron (entre millones de anécdotas) que había detenido varios autos (habían frenado para no pisarlo) y que envalentonado por semejante logro había decidido frenar a un tren de carga, el que obviamente se cruzó de carril para no descuartizarlo.
La causa de su muerte fue un cáncer fulminante de páncreas. No quiso hacerse ningún tratamiento dado que, según él, "...ya lo he movido y sacado de mi cuerpo".
El cajón estaba cerrado pero podía verse el rostro. Me quedé mirando, estúpidamente, con la esperanza de que se sucediera algo, pero nada extraordinario aconteció.
Él seguramente me hubiera dicho:
"Fijate bien, me he movido".