miércoles, noviembre 05, 2008

El Calamar Peludo

Es cierto que bebí demasiado, pero eso no quita que lo acontecido haya sido irreal.
Sucedió que, al salir al patio de casa, vi a un Calamar Peludo.
El tipo estaba sentado en el sillón del jardín, con un par de manitas en la nuca, con otro par de manitas haciendo circulitos (como quien hace circulitos con los pulgares), otra pareja entrelazada -como quien cruza las piernas- y el resto de las manitas, simultáneamente, se dedicaban a : prender un faso, servirse un brebaje azulado, rascarse la espalda, y sacarse unos mocos para hacerlos bolita.
La escena, primero, me abrumó. Luego, me enterneció. Porque... ¡No me van a decir que no es dulce tener un Calamar Peludito en el patio de tu casa!
-¿Tenés hielo, Gorda? . Preguntó el bicho mientras se ataba una trenza con su melena.
Ahhhh y... ¡Cortate un par de rodajas de salamín!¡Miserable!
Después de un par de horas de atender al huésped (le llevé entre otras cosas: el CD "Octubre", mazapán, ravioles con salsa mixta, purpurina, estañolín, 3/4kg. de lana verde musgo, una estufa eléctrica pero sin las velas y un líquido corrector que lo revoleó contra la pared por no acercárselo saltando en una pierna y silbando, como me lo había recomendado.
Después de eso, me animé a preguntarle:
¿Ustedes..., no entiendo..., qué son?
-Mirá Gorda pelotuda, voy a ser breve. (se inclinó, se paró sobre su mentón y puso todas sus manitas en la espalda).
Nosotros no necesitamos cagar, tomamos lo que queremos y no meamos, no vivimos en sociedad, no nos afeitamos, la pasamos bárbaro.
¡Llevame...! (dije casi desbocadamente).
-¿Para qué?. (acotó mientras se tiraba una y otra vez -boca abajo- por el tobogán amarillo).
Gorda, ¡Traeme los anteojos, que sale el sol!.
Mientras entré a casa a buscarlos escuché que cantaba: "...dios es una ironía... lara larala laralalá...",
no reconocí el tema musical y cuando regresé al patio sólo quedaron en el suelo un par de carcajadas. Las guardé en mi bolsillo.

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