martes, agosto 23, 2011

Pepinoman (penúltima parte, antes del principio o introito)

(el Dr. Cabrera quita el centro de mesa y de un brinco se sube sobre la tabla)
- No tengo merengue para ofrecerle pero...me parece que se va a comer un buen rocanrol!!! . Es más: va a bailar tanto que se le van a acalambrar las piernas.
- ¡Hay que ver si no se le corta la cuerda de la guitarra a mitad de tema!
(Rosario sale corriendo hacia el dormitorio, él por detrás)
- La cuerda de tripa gorda nunca falla...(agrega mientras se quita la chaquetilla y la remera).
(Rosario se recuesta boca arriba, cubriéndose hasta el mentón con la sábana. Él se sube encima y limpia el merengue de su cara en la de ella. Rosario intenta evitarlo pero al girar su rostro, él comienza a besarle apasionadamente el cuello.
Ella siente en su entrepierna, cómo el miembro del Dr. comienza a agrandarse. Él, le toma la cabeza, la mira y empieza a besarle todo el rostro, menos su boca. Ella busca su boca pero él no deja que lo bese. Rosario se ríe. Cabrera También. Se miran y comienzan a besarse descaradamente. Quitan la sábana que los separa. Quitan la remera con cuello bote.
Rosario siente ahora que el pene tibio y erecto del veterinario, roza su vagina. Intenta asirlo entre sus manos pero Cabrera se lo impide. Le desata la cinta del pelo, le toma las manos y le da un par de vueltas suaves a la altura de la muñeca. Ella entiende que no ha de moverse. Él inicia un recorrido con sus besos, da un par de vueltas con su lengua en la oreja, sigue por el mentón, baja a sus pechos, acaricia suavemente sus pezones, desciende hasta su abdomen y pasa a los muslos. Se acerca a los labios de la vagina pero no los toca. Ella lo empuja con sus piernas pidiéndole que finalice el viaje pero él se detiene como si se hubiera congelado. Ella se desata las manos, lo agarra firmemente de los pelos y lo guía hasta su vagina. Él comienza a chupársela, delicadamente. Sin apuro. Con ritmo suave. Abre con sus manos la vulva y pasa la lengua sobre su clítoris. Dando círculos. Ella abre su boca para respirar mejor. Está agitada. Sus músculos abdominales se contraen. Cabrera sigue girando pero ahora con más prisa. Ella presiona con más fuerza sus cabellos. Él comprende que debe acelerar aún más, saborea con ganas su concha húmeda. Ella se pone rígida y comienza a llegar. No es un orgasmo largo pero es intenso. Cabrera disminuye la marcha. Ella tiene un último espasmo y le indica detenerse porque la zona está ya demasiado sensible).
- ¡Saladitos los bombones...!(comenta Cabrera)
(Rosario apenas puede reirse)

Continuará...